De seleccionadores y otras hierbas

Es un hecho que el ciclo de Luis Aragonés en la Selección Española se ha terminado, le guste a él o no. Ni siquiera una victoria convincente mañana contra Argentina (cosa que no sería extraña, dada la facilidad de la Selección para jugar bien y ganar partidos completamente intrascendentes y hacer el ridículo en cualquier partido mínimamente importante) haría que la opinión pública y la prensa olvidaran el ridículo que está haciendo la Selección en esta etapa.
Y una vez dado por hecho que Luis, por muy cabezota que se ponga, se irá de la Selección en los próximos días, comienza el debate sobre su sucesor, que ahora mismo parece tener dos vertientes: los que abogan por alguien como Del Bosque o Lotina y los que dicen que ya es hora de traer un seleccionador extranjero. Y yo, sinceramente, estoy con éstos últimos.
Como bien dice Juan José Anaut en su último post, puede ser el momento de probar a traer un seleccionador que no tenga ataduras, que simplemente lleve a los que cree mejores y no se pueda dudar de su imparcialidad. Porque, seamos serios, ¿quién no ha pensado alguna vez que mientras siga Luis en la Selección Fernando Torres jugará aunque esté cojo de las dos piernas? Y si resulta que el nuevo seleccionador es Del Bosque y decide llevar a Raúl, ¿seguro que nadie pondría el grito en el cielo? (yo no, por cierto). Con un seleccionador extranjero nos ahorraríamos todas las dudas de este tipo y podríamos concentrarnos en lo que verdaderamente importa: el fútbol.
La Selección ha tocado fondo, y para levantarla no basta con un empujoncito, hace falta una revolución. Y esperemos que no le tiemble el pulso a quien tenga que tomar las decisiones oportunas para ello.